En todas las empresas, sea cual sea su tamaño y naturaleza, está presente una diversidad de riesgos, destacando el fraude gerencial como ilícito que ocurre con mucha más frecuencia de la imaginada. Son varias las razones que favorecen el fraude gerencial, principalmente ocurre debido la facilidad con la que las personas que ocupan posiciones de gerencia, pueden burlar el sistema de control interno. Por el nivel jerárquico que ostentan esos colaboradores, los montos de dinero involucrados en estos actos ilícitos suelen ser de grandes magnitudes. En este grupo de perpetradores de fraude se incluyen dueños de empresas y directivos.
Razones que favorecen el fraude gerencial:
- En oportunidades los ejecutivos toman decisiones arriesgadas de las cuales no pueden retractarse.
- Los hechos pueden ser distorsionados por los centros de costos evitando la discontinuidad de algún sector de las operaciones del negocio.
- La incompetencia de algunos gerentes los lleva a utilizar el engaño para sobrevivir, obteniendo un beneficio personal.
- Cuando hay la intención de obtener bonificaciones extras, estos colaboradores se las ingenian para falsear información sobre los resultados de su gestión o desempeño.
- Fuerte necesidad o aspiración al éxito y ser reconocidos.
- Aprovechamiento del conflicto de intereses para conseguir un beneficio personal a costa de la empresa. Se vale de su posición para otorgar, preferencialmente, contratos a terceros relacionados o “amigos” a cambio de dinero u otros bienes para su provecho personal.
- Los informes sobre las ganancias pueden mostrar cifras infladas para obtener ventajas en el mercado. Esta modalidad tiene que ver con la información financiera fraudulenta.
- Los gerentes, por el sólo hecho de tener el control tanto de los activos como de sus registros contables, están la condición ideal para falsear los mismos.
En la mayoría de los fraudes detectados en las empresas, por lo general, están involucradas personas que ocupan puestos gerenciales o de alta dirección, siendo ésta las principales razones que favorecen este ilícito. Así lo corroboran estudios realizados por la empresa KPMG a nivel de Latinoamérica y el mundo en el año 2007, citando el caso particular de México.
Generalmente, los perpetradores de fraude gerencial son hombres entre 36 y 55 años de edad, que laboran fundamentalmente en áreas financieras, con una antigüedad en la empresa de más de seis años. Esos mismos estudios señalan que el 67 por ciento de los casos fueron detectados un año después de haber sido realizados; siendo los más comunes la alteración en los estados financieros con un 20 % y la apropiación o uso indebido de efectivo con el 22 %. Los fraudes gerenciales ejecutados por estos empleados de confianza dentro de los bancos conforman el 20 %, mientras que los realizados por personas ajenas al banco representan el 80 %.
Se señala también, en el caso mexicano, que los fraudes internos oscilan entre 300 y 500 cada año, cuyos montos van desde cinco mil hasta los cien mil pesos. Éstos son perpetrados por colaboradores que se desempeñan en sucursales que están en contacto con los clientes, es decir, por personal que no ocupan cargos gerenciales o directivos.
En contraposición a los fraudes cometidos por personal no gerencial, se destaca que los realizados por personal directivo son estimados en un rango que oscila entre los quinientos mil y los diez millones de pesos, resaltando que ocurren sólo uno o dos casos al año. Es común que, en la perpetración de este tipo de delito empresarial, esos colaboradores de la organización hayan realizado esos actos en colusión con amigos o personas externas, pudiendo falsear documentos o firmas, yendo el dinero hacia las manos de una persona en “sociedad”.
Los gerentes y ejecutivos , por su misma posición dentro de la empresa, tienen la oportunidad de establecer importantes relaciones, teniendo así buenos enlaces o contactos con otras personas de alto nivel en otras empresas y en instituciones financieras, así como con proveedores de relevante significación para el negocio, lo cual conforma otra de las razones que favorecen el fraude gerencial.
Se dice que existe colusión cuando dos o más partes se confabulan para obtener un beneficio personal, ocasionando daños considerables a la empresa. Dicho acuerdo ilícito puede ser interno, involucrando solamente a personal de la empresa, o externo, cuando se suman terceros ajenos a ella. Por colusión se entiende el acuerdo ilícito que establecen dos o más partes con el objetivo de obtener un provecho o beneficio, provocando un perjuicio a un tercero.
Enst & Young (E&Y), sucursal México, afirma a través su gerente José Carlos Treviño, que el fraude es una realidad que está presente en todas las organizaciones o negocios, agregando que “es como una enfermedad que no respeta el tamaño”, siendo las empresas que lo han sufrido las que más aplican una cultura de prevención.
Esta consultora, E&Y realizó un estudio en el año 2006 en países emergentes, entre los cuales se mencionan Brasil, China, India, Polonia, Rusia, Singapur y México, arrojando en sus resultados que 64 % de las empresas de esos países no tienen política antifraude alguna, que defina lineamientos y una postura claros para hacer frente a este ilícito.
El mismo estudio de E&Y reveló que 92 % de las organizaciones no capacitan a sus colaboradores en materia de detección y prevención de fraudes. Recomendando que esa formación debe cubrir básicamente los siguientes aspectos: a) definir fraude, b) determinar qué acciones son tipificadas o califican como tal y, c) enseñarles qué deben hacer cuando detecten o descubran que el fraude está en progreso o se está gestando.
¿Cómo detectar el fraude gerencial?
Generalmente, el cambio no es percibido por una sola persona, son varias las que lo pueden estar observando. Un ejemplo de ello es el cambio repentino en el nivel de vida de alguno de los empleados o colaboradores, resultando incongruente con su nivel de ingresos en la empresa. Un trabajador que de pronto empieza a lucir ropa, joyas, automóvil, todos ellos nuevos y de alto costo, representando un cambio radical en su modo de vida y alegando variados pretextos, es un síntoma de estar en presencia de un fraude.
Muchos fraudes genrenciales son detectados accidentalmente y otro tanto mediante denuncias, resultando muy importante que las empresas cuenten con instrumentos o mecanismos que faciliten la denuncia anónima. KPMG para su investigación se basó en 360 casos resueltos que habían sido confiados a su departamento de investigación del fraude en Europa, Oriente Medio y África.
En el caso mejicano el perfil del defraudador se mueve entre los 35 y 45 años de edad, con cuatro a cinco años de antigüedad en la empresa. Son muchos los casos intervenidos en los que el defraudador tuvo acceso a la información de alta confidencialidad, resultándole más fácil, eludir o burlar los mecanismos de control interno, en donde los había.
Para que se realice el fraude, hay un elemento que siempre está presente, el “motivo”, que actúa como detonante, pudiendo nombrar entre ellos la avaricia, el deseo de mejorar la posición económica, el deseo de más poder o influencia; algún vicio como las drogas, el juego o el alcohol. El que incurre en fraude ya ha cometido otros con anterioridad, esto fue demostrado en la investigación realizada, la cual determinó que en el 91 % de los casos resueltos, sus actores ya habían participado en varios delitos antes de descubrírseles. También se pudo verificar que el 35 % perpetró previamente no menos de diez sin ser atrapados.
Un hecho cierto y que caracteriza a la mayoría de las empresas donde se han detectado fraudes gerenciales es la inexistencia de mecanismos de control, o si existen, son deficientes, así como la ausencia de rendición de cuentas, es decir cada quien anda haciendo de las suyas sin control alguno.
La Asociación de Examinadores de Fraudes Certificados (ACFE: Association of Certified Fraud Examiners) realizó una encuesta en los Estados Unidos de América, cuyos resultados son extensibles para México y Latinoamérica. Se determinó una constante a nivel estadístico en los últimos años, donde las empresas están perdiendo cerca del 5 % de sus ventas anuales por causa de los fraudes.
Ante este delito, la clave es la “prevención”, mediante la cual se puede lograr en un 80 % la posibilidad de que el mismo no sea exitoso. Es por ello que se recomienda hacer una evaluación de los riesgos de fraude gerencial, para detectar los que tengan más probabilidades de ocurrir, considerando las características de la empresa, determinando la calidad de los controles y definiendo correctamente quienes deben estar autorizados para acceder a la información.
Otra acción recomendada consiste en determinar cómo se responderá al fraude, o lo que es lo mismo, qué pasos se seguirán cuando es detectado, qué áreas y qué personas deberán involucrarse en la investigación, así como verificar si será necesario recurrir a los auditores externos; en resumen, deben establecerse planes de respuesta al fraude.
También debe hacerse una evaluación de la información que se comunicará tanto hacia lo interno como hacia lo externo del negocio, para manifestar de forma clara la posición de la organización frente a lo que haya sucedido y sus consecuencias, así como las sanciones y otros castigos en contra de los delincuentes.
¿qué hacer para prevenir el fraude gerencial?
En este caso, los controles que la empresa decida aplicar deben ser diseñados para cubrir todas las posiciones o cargos, incluidos los que tengan responsabilidades de supervisión y/o gerencia. Por lo que las personas o el departamento que sea designado para ejercer dichos controles debe reportar, mínimo, a la vice presidencia de la organización. Ejemplo de ello sería el departamento de auditoria interna.
Después de investigaciones especializadas y de tratar este tema con la rigurosidad que lo amerita, se pudo derrumbar aquel mito que hace muchos años se tenía acerca de que los gerentes, directivos y dueños de empresas, no cometían fraudes en contra del negocio. Pues sí los cometen, y son los que más daño hacen al patrimonio de la organización. Son variadas las razones que favorecen el fraude gerencial, siendo éstas las de mayor relevancia.