El gran reto en toda empresa que aspira ser competitiva es gestionar el cambio y la resistencia al mismo. Vivimos en un mundo tan dinámico que todo cambia muy rápido, entre ellos las materias primas, la tecnología, las comunicaciones, la información; todo cambia excepto el cambio, el cual parece ser algo permanente en la vida y en las empresas.
El desarrollo de una empresa está relacionado con la gestión del cambio, ya que cambio y desarrollo son conceptos muy relacionados entre sí, en virtud de que el desarrollo es el que impulsa al cambio, mientras que éste conforma un desarrollo para los empleados y para la organización.
Debemos preguntarnos entonces:
¿Es tan necesario hacer cambios?
¿Por qué es tan difícil administrar cambios en las organizaciones?
¿Cómo reaccionan los empleados durante el proceso del cambio y por qué?
¿Es positiva o negativa la resistencia?
En la actualidad, la mayoría de las organizaciones comprenden que los cambios son necesarios para desarrollarse. Empresa que no consiga efectuar cambios, se quedará en una posición cómoda pero estancada, con lo mismo de siempre, lo que no le permitirá sobrevivir en un mundo donde prevalece la competitividad. Es importante que quienes lo gestionan entiendan que para poder afrontar el entorno y poder sobrevivir y mantenerse en el mercado a futuro, deben tener bien claro lo que significa el cambio y cómo gestionarlo, es decir deben asumir el cambio como un valor positivo para su organización.
El cambio en las empresas conlleva a transformar el comportamiento de las personas ya que son éstas las que conforman la organización. Son personas las que introducen el cambio afectando a otras personas o a ellas mismas, lo que quiere decir que son la causa y al mismo tiempo el resultado final. Estamos hablando de los trabajadores o colaboradores, los cuales son seres con emociones, y éstas determinan su comportamiento.
Todo proceso de cambio organizacional empieza desde que se toma la decisión de realizar un diagnóstico, a través del cual se identifica la necesidad de hacer el cambio. En todo ese proceso las decisiones y actitudes del directivo o gerente se enfrentan a las emociones de los empleados como en un gran choque, debiendo recordar que el cambio es un acontecimiento que ocurre ligado a las emociones, el no pensar así sería un error, por lo que el directivo debe tener en cuenta que resulta difícil efectuar cambios en la organización y ser flexible a la vez.
Debe considerarse aplicar cierta flexibilidad a la gestión del cambio, estar en la disposición de conceder algunos elementos, cediendo cuando sea necesario, y así se podrá realizar con cierta facilidad. El cambio es progresivo, no cambie todo a la vez porque creará un caos.
Tenga presente conocer cuál es la actitud principal de los empleados frente al cambio. Su oposición la hacen consciente o inconscientemente. En cualquier proceso de cambio está presente el fenómeno de «resistencia», la cual es un proceso muy habitual y normal. Esto le permitirá al gerente orientar sus acciones para manejar esa resistencia, ya se trate de una reacción natural y hasta inconsciente del trabajador o tiene alguna motivación específica que lo lleva a resistirse.
Entender la resistencia: ¿qué la causa?
1. El “no conocer”.
En oportunidades los trabajadores no tienen la información suficiente sobre el cambio que se pretende hacer y tienden a retrasarlo, lo cual no es más que cierto tipo de resistencia.
Entre las causas de esa falta de información en los trabajadores se nombran: la comunicación deficiente sobre el proyecto de cambio o la falta de ella y la visión parcializada del cambio. Esta última refiere a cuando el trabajador juzga negativamente el cambio sólo por lo que sucede en su área de influencia, es decir, su departamento o unidad, sin considerar los beneficios que ese cambio le pueda aportar a la empresa en su totalidad.
2. El “no poder”.
Esta es otra causa posible que consiste en que aún cuando los trabajadores cuenten con información suficiente, consideran que no pueden cambiar por no tener ciertas habilidades requeridas por el nuevo esquema que le presentan, o simplemente no saben cómo hacerlo. Este tipo de sentimientos y emociones producen inmovilidad en los colaboradores que es percibida como resistencia al cambio.
Existen factores que contribuyen para que esto ocurra:
- Que la empresa tenga un tipo de cultura organizacional que castiga severamente los errores y no promueve la creatividad.
- La falta de la capacidad individual, que limita el accionar concreto. Puede ocurrir que el personal realmente no tenga las capacidades o que por la misma cultura de la organización ven coartada su iniciativa para aportar y crear.
- En la empresa no se ha fomentado el trabajo en equipo, muy importante y necesario para revisar todo el esquema de trabajo que propone el cambio, el cual requiere de la participación de todos en la organización.
- Cuando en la empresa existe la percepción de que los recursos humanos y económicos asignados para el proceso de cambio no son suficientes.
- Cuando por malas experiencias del pasado existe la sensación de que el verdadero cambio no puede producirse.
3. El “no querer”.
También se presenta la situación en que los trabajadores, no obstante que conocen ampliamente sobre el proceso de cambio y de sentirse capaces de hacerlo, sencillamente no quieren cambiar, alegando que no les conviene. Reacciones como estas obedecen, por lo general, a sentimientos como los que se mencionan a continuación:
- Los colaboradores están en desacuerdo con las diferentes premisas o justificaciones que soportan el cambio.
- La sensación de incertidumbre al percibir que los efectos del nuevo estado o esquema de la organización y sus procesos no son tan predecibles, lo que produce temor por no haber confianza en los posibles resultados.
- La pérdida de identidad que perciben los trabajadores cuando los cambios son tan drásticos.
- Los trabajadores piensan que con el proceso de cambio trabajarán más, es decir, que además de realizar sus viejas tareas también deberán realizar nuevas.
Dentro de las principales causas de la resistencia está el miedo de perder algo, como el poder, el estatus, la seguridad, y hasta el temor a perder territorio, ya que los empleados en su mayoría están conscientes que con cada cambio viene una pérdida.
No todos los sentimientos que aparecen ante el cambio son negativos, también suelen presentarse sentimientos positivos como el entusiasmo porque se vislumbra la posibilidad de un futuro mejor, la liberación o solución de antiguos problemas y se crean expectativas para el desarrollo personal y profesional de los trabajadores o colaboradores.
¿Es negativa la resistencia?
Varios investigadores coinciden en que la resistencia al cambio no es que sea mala, solo que hacen énfasis en que se deben ofrecer estrategias para hacerle frente y reducirla a su mínima expresión durante todo el proceso de cambio. En este sentido se recomienda involucrar a todos los miembros de la organización en dicho proceso, promoviendo la participación y no la imposición desde una directiva. Esto no resulta fácil, ya que debe hacerse frente a muchas opiniones pudiendo generar un desorden, debiendo hacerlo de manera progresiva, un paso a la vez, un cambio a la vez.
Otra recomendación válida es promover o desarrollar la “adaptabilidad al cambio”, la cual es una competencia de cada individuo reforzar. Se trata de la capacidad para adaptarse a los cambios, modificando la propia conducta personal para alcanzar los objetivos ante las dificultades en el medio en el que nos desenvolvemos.
La adaptabilidad planteada apunta a la versatilidad del comportamiento para adaptarse rápida y adecuadamente a las diferentes situaciones y contextos. Hoy día se plantea como herramienta de formación o capacitación el coaching. Otra herramienta muy sencilla consiste en pedirle al empleado que trace una especie de mapa mental, donde dibuje como ha sido su vida y que destaque los hitos o momentos que han marcado algunos cambios significativos en su trayectoria personal. Esto le permitirá entender que él es capaz de adaptarse a los cambios, sólo que debe aplicarlos en su campo profesional y laboral, que a su vez repercutirá en su ámbito personal, claro está que al empleado debe otorgársele cierto empoderamiento para que sienta que tiene la habilidad para hacer, dejándolo ser.
La gestión de empresas se encuentra ante grandes retos, siendo uno de los principales el cambio, el cual debe considerarse como natural y necesario en la organización. Por otro lado, dentro del proceso de cambio, la resistencia es un fenómeno natural y el principal en el mismo, resultando inevitable, por lo que, dueños de empresas, gerentes y directivos deben entenderla y aprender a gestionarla. Si gestionan correctamente la resistencia al cambio, entonces su proceso de cambio será exitoso y estarán en capacidad de desarrollar cualquier otro proceso similar sin ningún inconveniente.
Un principio básico y fundamental consiste en desarrollar el talento, ayudar a las personas a ser más efectivas y motivarlas para que alcancen su mejor desempeño. La acción debe centrarse en lograr el cambio y en ayudar a que las personas y las organizaciones exploten su potencial.
El mundo contemporáneo es un mundo de cambios permanentes, siendo este proceso algo complicado, ya que toca a las personas, seres emocionales que a través de las transformaciones muestran reacciones diferentes, pero tienen en común la resistencia, y como todo, también eso se gerencia.