La Inteligencia Emocional como paradigma en las relaciones laborales

Por años las empresas siempre se han guiado por paradigmas laborales, estos son experiencias, valores y creencias que afectan la forma como se percibe la realidad y como se responde a esta.

En décadas pasadas las compañías al captar personal se basaban en la premisa de contratar recursos humanos con alto coeficiente intelectual y preparación académica para el cargo ofertado.

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En algunas organizaciones se observaba que ciertos empleados presentaban emociones perturbadoras,  impulsos descontrolados y sentimientos de fracaso. En las empresas el clima emocional siempre fue muy neutro, se debía reprimir lo que sentían las personas porque, se creía que esto era un comportamiento socialmente aceptado y el liderazgo que se ejercía por parte de los gerentes era de control.

El término Inteligencia Emocional no se utilizaba en las empresas. Actualmente, este paradigma ha cambiado y muchas organizaciones están promoviendo la contratación de personal con inteligencia emocional porque, esto garantiza que su desempeño laboral sea sobresaliente.

El interés por este paradigma que trasciende fuertemente en el ámbito laboral fue impulsado en 1995 por Daniel Golemán en su Best Seller Inteligencia Emocional. Goleman hace referencia en su libro sobre “la capacidad de reconocer los sentimientos propios y ajenos. Esto hace que la persona sea más inteligente para el manejo de los sentimientos”.

De acuerdo a las investigaciones de Goleman y otros académicos, el ser humano tiene habilidades emocionales innatas que, a lo largo de la historia ha tenido que poner en práctica para poder sobrevivir. Estas capacidades no son iguales en todas las personas, tampoco se desarrollan de la misma forma, parte de esta capacidades se aprenden y esto va a depender del conocimiento, la madurez y experiencia de cada individuo.

La inteligencia emocional  es determinante en el desarrollo de nuestro potencial y  para aprender estas habilidades prácticas se debe reflexionar sobre los siguientes elementos:

Aptitudes para Auto conocerse:

Esto implica que cada individuo tenga conciencia emocional y reconozca  sus efectos. Las emociones se demuestran por la forma como una persona  comunica algo, por su tono de voz y su lenguaje corporal. Cuando el ser humano se conoce intrínsecamente puede determinar sus límites y fortalezas, lo cual le genera confianza en sí mismo y aumenta su  autocontrol.

Motivación:

En el momento que un individuo reconoce sus estados de ánimo negativos como la tristeza, el miedo, la apatía y el enojo, los mismos pueden ser un impulso para motivarse a cambiarlos, a encausarlos para encontrar objetivos claros y fáciles de manejar, para adquirir una actitud entusiasta que ayuda en el progreso y cambio de cada persona, para ser más productiva.

Autogestión:

Controlar los impulsos y canalizarlos para usos positivos no es tarea fácil. La idea no es bloquear las emociones y sentimientos sino, utilizarlos para resolver los conflictos, para ser más asertivos, conociendo sus derechos y respetando los de los demás, desarrollar la capacidad para adaptarse a los cambios y automotivarse para gozar de una actitud positiva caracterizada por el optimismo, sin importar los obstáculos.

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Empatía:

Comprender a otros desde el punto de vista de la sensibilidad humana, interesarse por sus sentimientos y lo que les agrada, permite que las personas puedan ayudarse en momentos difíciles. Es importante destacar que, para entender a las personas no debe oírlas sino escucharlas.

Destreza para las relaciones:

Al comunicarse de manera efectiva, los individuos pueden crecer y desarrollarse. Ser amable, solidario y sincero con las personas de su entono fortalece la interacción con sus semejantes, demostrándoles que se es una persona respetuosa, motivadora e inspiradora.

Ahora bien, establecer el paradigma  de Inteligencia Emocional en la empresa es un proceso de acompañamiento más que de dirección. Las organizaciones que no fomentan el desarrollo de la inteligencia emocional entre sus colaboradores, se apartan de las posibilidades de crecimiento de su recurso humano y de la compañía.

Los nuevos liderazgos emocionalmente inteligentes deben contar con las competencias necesarias para inspirar a sus colaboradores y ser creativos para lograr el desarrollo y crecimiento de los miembros del equipo.

Los gerentes que saben manejar sus emociones aplican con  sus empleados el efecto Pigmalión positivo porque toman en cuenta a sus subalternos, les dan un voto de confianza proporcionándoles responsabilidades de acuerdo a sus capacidades. Esto genera un aumento en el rendimiento de las funciones de los empleados, los motiva  y mejorará la calidad en el trabajo.

Facilitar el liderazgo emocional ayuda al manejo de conflictos  y negociación con los empleados,  tomando en cuenta que a veces hay espacios para los desacuerdos. Si se escucha abiertamente, la comunicación es asertiva, clara y convincente se podrán establecer vínculos de cooperación para trabajar en grupo por el logro de metas compartidas.

Los líderes emocionalmente inteligentes son innovadores y se adaptan a los cambios. Fomentan el desarrollo de  nuevas ideas en su equipo de trabajo, para hallar soluciones originales e innovadoras a los problemas y aceptan los riesgos que pueden presentarse de situaciones cambiantes.

De acuerdo a algunos estudios realizados sobre la inteligencia emocional, se determinó que las damas tienen mayor conciencia de sus emociones, esto les permite tener una actitud más altruista y son más aptas para las relaciones interpersonales. En cambio los caballeros son más seguros de sí mismos y se adaptan mejor a los cambios, lo que les permite un manejo más efectivo del estrés.

Las personas manipuladoras tratan de confundir a sus compañeros de equipo con actitudes brillantes y encantadoras pero, al final sólo están en búsqueda de su propio beneficio sin importar que sus acciones vayan en detrimento de los demás. La influencia positiva no es distinguirse o destacarse sin importar a quién perjudique, siempre debe buscarse el beneficio en colectivo, en vez de la conveniencia individual.

El humor de una persona afecta a quienes se desenvuelven en su entorno laboral porque las emociones se contagian. Las buenas emociones causan mejor efecto y no pasan inadvertidas en el intercambio emocional con los compañeros de trabajo.

Es importante destacar que la inteligencia emocional no debe confundirse con ser una persona más simpática, el alma de la fiesta y el que más se ríe. No se trata de dar rienda suelta a las emociones, por el contrario significa manejar los sentimientos para expresarlos de forma efectiva y adecuada, mejorando las relaciones personales y laborales.

Referencias
Goleman Daniel (1995). Inteligencia Emocional. Estados Unidos. Editorial Kairós.

 

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