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El Clima y la Cultura Organizacional, Afectan su Productividad

identidad corporativa, capital humano

Es sumamente importante que todas las organizaciones, pequeñas, medianas o de gran envergadura, tomen en cuenta para su desarrollo y crecimiento aspectos no tan tangibles pero si impactantes en el rendimiento y desempeño laboral, como lo son, el clima y la cultura organizacional, pues de estos factores dependen, significativamente, los estilos de liderazgo, los valores empresariales y las relaciones interpersonales entre sus miembros y con sus clientes o usuarios.

Cuando se habla de clima organizacional, se hace referencia al ambiente laboral físico y no tan físico, que de alguna forma afectan al comportamiento del trabajador. Ambientes físicos, que deben contar con la seguridad, las condiciones adecuadas y las herramientas necesarias para ejecutar las tareas correspondientes, tales espacios ofrecen al colaborador una sensación segura para realizar de forma efectiva sus actividades.

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Tan importante como el ambiente al físico es el ambiente psicológico que se vive en los espacios de trabajo, donde prevalecen las relaciones interpersonales, que en cualquier contexto son complejas, porque en sí, el ser humano por naturaleza es complejo, pues influyen distintos mecanismos físicos, biológicos y emocionales sobre su actuar. Este clima no se toca, pero se percibe. Lo perciben los miembros externos e internos de la organización, determinando cómo afecta los niveles de productividad, el rendimiento y la satisfacción laboral. Algunos estudios determinan que el adecuado clima laboral depende principalmente de los siguientes factores:

Manejo equilibrado de la estructura jerárquica. Si la organización se maneja por una estricta estructura jerárquica, es importante considerar implementar o combinarla con otros niveles de mando lineales, por ejemplo, donde la Alta Gerencia y los Directivos puedan involucrarse un poco más con los colaboradores, haciendo a estos partícipes en la toma de decisiones, en los resultados finales y en el diseño e implementación de estrategias de mejoras para algunas áreas, según sea el caso.

Fomentar relaciones interpersonales positivas. Minimizando lo más posible las relaciones tóxicas, y aumentando las relaciones productivas y satisfactorias. Promoviendo de manera constante la integración, el trabajo en equipo, la comunicación asertiva, la inteligencia social, la adaptación a las normas y el cumplimiento de metas comunes e individuales, será la base fundamental para que se establezca un adecuado clima laboral, donde el activo principal de la empresa se desenvuelva y se desarrolle en un ambiente agradable y satisfactorio.

Incrementar la motivación al logro. Motivar a la gente que le da vida a la organización es una inversión a largo plazo, como hacerlo, es lo menos importante. Lo significativo, es lograrlo, ya sea monetariamente, socialmente o verbalmente. Cualquiera de estos métodos puede utilizarse, buscando siempre que las necesidades básicas estén cubiertas, y que cada trabajador se encuentre interesado en aspectos más importante, como el desarrollo personal, el autocrecimiento y la superación, que finalmente será valor agregado para la organización.  No es tan relevante la técnica que se emplee para llevar a cabo la motivación, pero si es importante no omitirla, ya que con esto habrá gente más satisfecha y productiva ejerciendo sus labores y dispuesta a dar más cada día.

La Cultura Organizacional

Además, las organizaciones deben velar, también, por crear o mantener su cultura organizacional que de alguna u otra forma impacta a dicho clima. Por ello, su importancia, pues ambas se encuentran enlazadas. La cultura se mantiene en el transcurso del tiempo, es menos tangible que el clima, y define el comportamiento de la organización y el de sus miembros en todos los niveles. Suele reflejar, el origen de la organización, su trayectoria y sus aspiraciones. La conducta de sus integrantes, es la proyección clara de sí misma, manifestándose principalmente por los siguientes aspectos:

Valores que la rigen. Los valores empresariales serán parte de los valores de sus miembros, pues ellos ya apropiados e identificados con los mismos, se sentirán satisfechos y sus decisiones y acciones estarán alineados con ellos, afectando negativa o positivamente a la organización.

Actitudes de los integrantes de la organización. Basados en los valores de la empresa y valores propios tendrán una actitud que lo definan como parte de la organización, que los caracterice y los identifiquen por su manera de actuar, tal cual como sucede con una nacionalidad o alguna casa de estudio, por ejemplo.

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Estilos de liderazgo. El estilo de mando, impacta directamente el tipo de cultura que se quiera manejar o que se esté empleando, es decir, el estilo de liderazgo marcará la pauta para decidir qué tipo de cultura es la que se quiere o la que se tiene. Por tal razón, se sugiere hacer un análisis de este aspecto, para determinar qué tipo conviene aplicar.

Los tipos de liderazgo que existen son: Autocrático: Totalmente autoritario y es sólo quien toma las decisiones.  Laissez-faire: Es quien deja hacer y promueve la libertad para actuar. Carismático: Su función se fundamenta en el carisma y el entusiasmo. Democrático: Promueve la participación, pero toma decisiones. Operativo: Se interesa por los resultados y no por las personas. Transaccional: Son temporales, basados específicamente por un trabajo y un pago específico. Transformacional: A través de la motivación e inspiración transforma los equipo de trabajo, de forma positiva para lograr las metas propuestas.

Para decidir que estilo de liderazgo que conviene implementar o desarrollar, en beneficio de la organización, se deberá hacer un análisis de los objetivos empresariales y sus principios, determinando cuáles son las necesidades de la organización y a dónde quiere llegar. No son buenos ni malos, sólo son estilos que se adecuan a lo que se quiere. Sin embargo, actualmente es recomendable siempre escoger uno que esté orientado a resultados, que propicie el trabajo en equipo y la participación, transformando de forma satisfactoria las gestiones.

Teniendo en cuenta los principales factores que determinan el clima y la cultura organizacional, resulta evidente que ambos se entrelazan y que generalmente uno impacta de manera significativa al otro, en este caso la cultura es  la que define  el clima, por ello la importancia de crearla, fomentarla, mejorarla o mantenerla, puesto que, su adecuada influencia afectará de manera positiva al clima, y éste a su vez a la satisfacción laboral, que finalmente incrementa el cumplimiento  de las metas organizacionales, siendo este fenómeno un efectivo ciclo social-empresarial.

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